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sábado, 6 de febrero de 2021

Poniendo estaba la gansa...

          Les juro que he tratado de escribir de otra cosa. Ajedrez, go, shogi, juegos de tablero, bridge, matemáticas, fútbol, publicidades, comentarios de series y películas, ciencia ficción, animé, comunicación social... Pero siempre vuelvo a los mismo temas: la política, la docencia, las condiciones de la docencia, las políticas educativas, las elecciones, y mortificaciones de ese tenor.


          Es que quizás, después de tantos artículos sobre estos temas, escribir sobre ajedrez o sobre ser vegetariano sería una ruptura del contrato de lectura de este blog. Los lectores de este blog (algunos hay) esperan que le reclame a Trotta por la off-shore, no una receta para hacer seitán. Por eso, probablemente abra otro blog para escribir sobre todos esos tópicos que también me interesan pero que no me parece adecuado compartirlos en Tres empanadas...

          Así que si quieren hacer leche de almendras, es fácil pero no es acá... Acá se escribe de otra cosa, de lo de siempre...


          Mi última entrada fue en septiembre (hace cinco meses). Escribí, resumidamente, que la tele-escuela fue un fracaso, con graves consecuencias para los chicos, que los docentes tenemos derecho a un lugar y horario de trabajo, que las condiciones del trabajo virtual de los docentes eran inadecuadas y antiestatutarias (cuando no penosas) y que no había en ese momento ningún impedimento para que al menos los docentes vuelvan a las escuelas con todos los protocolos para ir recuperando la normalidad, que es la presencialidad.

          ¿Qué sucedió desde ese momento hasta ahora, en que prácticamente se exige la vuelta a la presencialidad?

          Voy a omitir las vergonzosas declaraciones de Acuña sobre la profesión docente. Podría haber escrito un artículo pero estaba bastante enojado y me iba a salir un clásico artículo insultante...

          Soy pobre, más o menos viejo, zurdo (de izquierda tradicional o trosko según el día), pero en ningún caso me considero un fracasado. Sí me siento dolido por las opiniones de una persona que no es docente, que en su vida dio una clase y que según sus palabras quedó de ministra porque todos se fueron a otros cargos y a ella la dejaron ahí...

          Volviendo al tema, lo que parece que sucedió es que se empezaron a dar cuenta del gran daño que resultaría de continuar con la virtualidad... especialmente en un año electoral, agrego yo...

          No tengo estadísticas, no se si alguien las tiene, solo puedo contar mi experiencia como profesor de matemática de secundaria. Puedo decir que con la virtualidad (classroom, material impreso, alguna clase por meet o zoom) se pudo llegar a la cuarta parte (con suerte) de los contenidos de un año normal, para pocos alumnos. Para decirlo de otro modo, trabajé (bastante) para pocos y se vieron la cuarta parte de los temas. Y no me considero especialmente bueno o malo como docente, pero preguntando a mis colegas los números son un poco más o un poco menos, pero en ningún caso puede decirse que la virtualidad se haya acercado al menos a un año normal.

          Se podrá decir que la muestra es pequeña, que los cuarenta docentes a los que tengo acceso no son representativos, pero yo estimo que debe haber estadísticas que den cuenta del desastre de 2020, solo que no se dan a conocer...

          En suma, creo que se perdió el año. Aunque los docentes fuimos creativos y trabajamos, en muchos casos mucho más que lo habitual. Porque es cierto que hubo una pandemia, pero también hubo una sobreestimación de la virtualidad y una falta de comprensión de lo que estaba sucediendo...


          La presencialidad es una parte fundamental del proceso educativo. En eso acuerdo con las autoridades.

          Pero... hasta acá llega mi acuerdo.

          O para decirlo de otro modo, se debería tender a la presencialidad, en eso es en lo que estoy de acuerdo.

          La cuestión es que si bien ya comienza lentamente el plan de vacunación y los múmeros en el AMBA son estables o descienden lentamente (luego de la subida de las fiestas), el covid es todavía una amenaza y los protocolos son necesarios para preservar la salud (y la vida) de alumnos, docentes y familias.

          Es entonces cuando aparece la famosa frase del gran Alberto Olmedo (el cómico, no el de la campera amarilla que también es cómico pero menos gracioso)... 

 


 


Poniendo estaba la gansa... decía Olmedo...


- Los docentes deben usar máscara... poniendo estaba la gansa.

- Alcohol en gel, jabón... poniendo estaba la gansa.

- Las escuelas deben tener aulas amplias y correctamente ventiladas... poniendo estaba la gansa.

- Cursos numerosos que deben dividirse en burbujas... poniendo estaba la gansa, no pretenderán que el docente imparta clases presenciales y virtuales por el mismo salario en el doble de tiempo, hay que nombrar un docente.

- Licencias por covid o por grupos de riesgo... poniendo estaba la gansa para los suplentes.

- Termómetros digitales o medidores de dióxido de carbono... Sí, poniendo estaba la gansa.

- Los docentes deben cambiarse de ropa o de calzado al entrar en la escuela... Poniendo estaba la gansa, cuánta ropa piensan que tengo con el sueldo misérrimo que me pagan por trabajar en cinco escuelas (¿cinco pares de zapatillas? Nunca me pasó).

- Transporte público... poniendo estaba la gansa para que pase un colectivo cada tres minutos y no cada quince.

- Virtualidad desde la escuela... poniendo estaba la gansa para la conectividad y el personal que correspondiere.

- Computadoras para chicos y docentes... poniendo estaba el palmípedo.


          Acá aparecen las tensiones. Los gobiernos no quieren ser la gansa y por lo tanto no quieen poner, o quieren poner lo menos posible. Tanto CABA como Provincia de Buenos Aires. En CABA hay más conflictos visibles porque los sindicatos son de la oposición (además se quiere empezar antes), pero lo de no poner es común a las dos jurisdicciones.

         Tengo miedo.


          Yo tengo cierto temor de concurrir a trabajar el primer día de clase presencial con alumnos y encontrarme con un curso de treinta chicos a 50cm de distancia, en un aula mal ventilada, sin máscaras ni alcohol en gel, la mitad sin tapaboca y que los directivos me digan con su mejor sonrisa que esto es una vocación, que a los chicos que vinieron no se los puede echar y que es lo que hay...

         Por eso hay que concientizar a los colegas que hay que ir a las escuelas (lo de la virtualidad antiestatutaria tampoco es la solución, fue el problema) pero no trabajar con alumnos si no están dadas las condiciones. Está bien tener vocación pero no vocación de morirse...


         Por eso le digo al ministro off-shore Trotta y a la no-ministra Acuña que yo, y creo que todos los docentes, queremos trabajar, pero también queremos que las condiciones estén dadas, porque lo que no queremos es enfermarnos o morirnos (incluyo acá a alumnos y familias).

         Y a mis amigos de los sindicatos les digo que además de pensar en la próxima elección traten de defender un poco más el estatuto... la virtualidad es antiestatutaria, todos lo sabemos. Los sindicatos deberían tener ellos un protocolo para las escuelas en las que no se cumplen las condiciones, no se si lo tienen...

          Traten también si pueden y si Kicillof se los permite pedir aunque sea tímidamente por los sueldos vergonzosos que padecemos. Larreta pondría en serios aprietos a Axel si decidiera unilateralmente aumentarle a los docentes un 30% (digamos). Aunque esto no va a pasar... ideológicamente estos tipos prefieren perder una elección antes que aumentarle a los maestros. Igual con el tema sueldos los sindicatos están bien calladitos.


          Finalizo...


          Las clases tienen que empezar y presenciales. Con todas las medidas de seguridad y todos los protocolos. Pero hay que poner...


Poniendo estaba la gansa.

          A la larga es cuestión de guita.

          Y si no ponen no empieza nada...


          Es todo.



          PD: no es admisible como respuesta “... éramos tan pobres...”







 

miércoles, 16 de septiembre de 2020

La no-escuela y el recuerdo de mamá

     No es la primera vez que trato de escribir este artículo. Siempre, cada vez, pasa algo que me obliga a reformularlo. Primero, la renuncia de Puiggrós y el ministro Trotta (el de la off-shore) declarando que no va a haber promoción automática, y todas las aclaraciones. Después, Acuña y las escuelas-cíber para chicos porteños pobres y desconectados. Ahora, escuelas en las plazas y las controversias. Mejor me apuro antes de que pase algo más...

      Va pasando el tiempo. La pandemia sigue, los casos no bajan (suben mucho en el interior), el aislamiento continúa y las clases parece que este año no van a volver. La telescuela ya fracasó y se transformó en no-escuela. Creo que el daño educativo de toda esta situación es enorme y la mayoría de los actores sociales lo subestiman... gobierno, oposición, sindicatos, docentes, alumnos, padres, todos están cómodos con esta situación y muchos creen que los temas se recuperan, que la salud vale más, que con computadoras y conectividad se puede suplir a la escuela física, y afirmaciones de este tipo. Obviamente no todos los actores que mencioné sostienen todas estas afirmaciones, pero todos sostienen alguna, o algunas de ellas.


      Antes de seguir, me posiciono. En general, creo que el aislamiento estuvo bien, aunque no puede ser para siempre, creo que debieron hacerse más testeos en su momento, y que los que van a marchas sin tomar recaudos o hacen fiestas o asados son medio boludos. Esa es mi opinión en general.

      En lo educativo, si lo que se da de contenido en un año se pudiera recuperar al siguiente año la escuela podría durar la mitad del tiempo, así que no, no se recupera todo, quizás parcialmente algo pero todo no. Además sobre todo en secundaria hay materias que al año siguiente no continúan y los últimos años no tienen año siguiente. Perder el último año, aunque el alumno pase y se reciba, para un técnico químico (por ejemplo) que este año no pisó el laboratorio, es grave.

      Que la salud vale más es cierto, aunque también es cierto que el aislamiento no puede ser eterno, y en algún momento habrá que volver a la escuela presencial. En CABA y en la provincia de Buenos Aires en algunos municipios, si bien hay casos, la situación es estable. Con los cuidados del caso ya se podría ir pensando la vuelta.

      Ya se infiere de lo que escribí que los zoom, el edmodo, los meet, el classroom, los grupos de whatsapp, instagram, facebook y todo lo que se les ocurra no suplen a la escuela presencial. Son parches y ni siquiera para todos, para algunos, para los que tienen computadora, conectividad... y ganas.

     Esto último mucho no se dice, es antipático escribir esto, pero la escuela presencial impone ciertas normas que le dan sentido como institución. No es un ágora del saber donde los interesados asisten de buena gana. La escuela impone y se impone y muchos se resisten a ella. Un alumno que deja de asistir es un desertor, un alumno que no cumple sacará bajas notas y de ser necesario recursará el año. Los alumnos tienen espacios designados para ellos, tiempos que deben cumplir, vestimentas que deben usar, conductas permitidas y conductas no permitidas (los famosos acuerdos institucionales de convivencia). Esto es una descripción, no digo que todo esto esté bien o no pueda mejorarse (leer a Foucault es saludable en este punto). Lo cierto es que si bien es deseable que haya ganas, la escuela presencial tiene una función social y no puede depender de las ganas... si no hay ganas la escuela tiene que funcionar igual.

     La cuestión es que la telescuela no cumple con nada de esto, fracasó. Por eso creo que el término telescuela puede cambiarse por no-escuela.


      A estas alturas es más o menos obvio que en marzo había una pandemia desconocida hasta entonces, y creo personalmente que el reflejo de suspender las clases presenciales estuvo bien. También estuvo bien mantener el contacto con los chicos a través de la telescuela (o no-escuela), aunque colegas a los que respeto opinan que debió bajarse la persiana hasta el año que viene y que todos recursen (quizás habría sido mejor y en algún universo paralelo lo estén probando). Pero todo esto fue en marzo, ya estamos casi en octubre...

      No conozco casos exitosos de telescuela, es decir, que los alumnos a esta altura del año sepan lo mismo que lo que hubieran sabido presencialmente (no toco la socialización que da la escuela presencial porque el aislamiento presupone que no la haya, hablo solo de los contenidos). A veces saben un poco menos, a veces mucho menos, a veces nada y a veces se transforman en cenáculos del saber, donde saben casi lo msmo pero son diez de un curso de treinta. Si no fuera por los veinte que quedaron afuera estaría bien. Pero yo no conozco todo, por ahí en algún lado resulta, o para alguna materia aislada, pero en promedio estimo que no, que la escuela que fue telescuela ahora es no-escuela.


     Hasta acá es opinable, pero no da para mucha pelea. Ahora viene lo bueno...

      Mi postulado es que octubre no es lo mismo que marzo y que lo que en marzo valía en octubre ya se puede discutir un poco. Estoy hablando de las condiciones de trabajo de los docentes. No del sueldo (del sueldo creo que ya escribí como diez artículos), sino de las condiciones de trabajo.

      Para ser concreto, creo que es un abuso que me hayan quitado mi lugar y horario de trabajo, que está garantizado por ley (el estatuto y el reglamento por lo menos, de la provincia que sea). Aclaro que conozco que hay decretos firmados en marzo que suspenden las clases y que propugnan la educación virtual a distancia, a título de continuidad pedagógica. La cuestión es que un decreto es menos que una ley (que algún abogado me corrija si no es así, me puedo equivocar), y no la puede modificar eternamente. De hecho decretos como esos requieren consenso, y en marzo ese consenso existía. En marzo, con pocos casos todavía, si bien no hubo ninguna comunicación oficial, cada tanto salía alguna noticia en los diarios en la que se aventuraba que las clases volvían después de las vacaciones o poco más (la mayoría, me incluyo, pensábamos eso).

      Bueno, no pasó así. Los casos crecieron, la fecha se fue corriendo, los docentes empezamos a percibir que la telescuela es un fracaso y que la situación se iba a alargar. En síntesis, lo que está bien para tres meses, no lo está para un año.

     Entonces, como decía Lenin... ¿Qué hacer?

     Creo que dejar de trabajar no se puede, si era una opción en marzo ahora es algo que sucede en el universo paralelo que mencioné, acá ya no se puede. Pero tampoco es exigible el teletrabajo y continuar así vulnera nuestros derechos, que también los tenemos. Se han dado situaciones curiosas... directores exigiendo constancias por no poder asistir a un meet, o enojados porque en un curso en vez de hacer siete trabajos prácticos se hicieron cinco, alumnos mandando trabajos o mensajes a las tres de la mañana, por decir algunas.

      Insisto, tengo el derecho a tener un horario de trabajo y un lugar de trabajo, la no-escuela no me puede perseguir hasta mi casa a las tres de la mañana, aunque sea en nombre de los pibes. Todo tiene un límite. Cuando se dan conflictos entre profesores, directores o inspectores, hay que entender que lo que se les pide a los docentes no es exigible... por ahí uno para no andar peleando siempre termina negociando y haciendo algo, pero uno podría ponerse duro y exigir el acceso al lugar de trabajo, o declarar no disponer de computadora, o no acordar con pagar internet o datos para esto, o tener el derecho a la ART... derechos laborales, que le dicen.

      Es claro que estoy consciente que dada la orientación política de los principales sindicatos, ninguno va a salir a reclamar esto, pero eso no quita que me estén conculcando mis derechos a través de un decreto...

      ¿Qué hacer? (decilo, decilo de una vez).

      Los intentos de vuelta de Acuña fueron ambos una payasada. La escuela no es un cíber para pobres y las plazas no son aulas. Eso no... clase por ahora no.

      Y ahora, les pongo una imagen relajante y tómense unos minutitos para putearme...


      Los docentes tendríamos que volver a las escuelas (por ahora sin chicos)...








      Lo dije, y a mi mamá y a mi hermana les debe picar la nuca, como si estuvieran acordándose de ellas.

      Lo lamento. A estas alturas, en octubre, es lo que pienso y creo. Aunque sea para hacer lo mismo que venimos haciendo hasta ahora, la no-escuela, pero en el tiempo y lugar que corresponde. Para que la escuela pierda ese no que le puse adelante y esté abierta, para lo administrativo o para planificar el difícil 2021, y cuando se pueda, para dar clase... Con todas las precauciones del caso, pero pienso que tenemos que recuperar el derecho al lugar y horario de trabajo.

      Salvo el personal de la salud (aplausos), nadie se agarra el covid por ir a trabajar si toma los cuidados necesarios. Sí los que festejan cumpleaños o hacen asados o van a marchas de pelotudos.

      Lo lamento, pero opino que deberíamos volver...


      Igual no se hagan mucho problema, es la opinión de un solo tipo. Y dada la orientación política de los sindicatos y el constante pasaje de facturas y chicanas entre gobierno nacional, capital y provincia, no creo que volvamos hasta el año que viene. Ya podría predecir que a Larreta no lo van a dejar reiniciar las clases ni un día antes que a Kicillof.

      Sí, señores, por si faltara algo, el año que viene hay elecciones.


     Dejen de acordarse de mi mamá.

     Es todo.



      PD1: es algo descolgado pero lo quería decir... estoy de acuerdo con que CABA tenga que ceder coparticipación... pero también estaría muy feliz si Mendoza y San Luis formaran un nuevo país... y váyanse a la mierda ya que están ...

      PD2: ministro Trotta con offshore... renuncie!


 

jueves, 2 de abril de 2020

La tele-escuela


          El embole continúa, y poco a poco vamos atravesando el aislamiento preventivo obligatorio (cuarentena para los amigos) que si no pasa algo muy grave terminaría el 12 de abril.
          En realidad el embole no podría seguir mucho más sin romper gravemente la economía. Ya las empresas garcas de siempre (Techint, pero seguro hay otras) amenazan con suspender o despedir y comerciantes pillos (en general supermercados monopólicos, pero algunos chiquitos también) comienzan a aumentar los precios, total la gente tiene que comer y comprar cerca de casa...
          Por ahora no se arma bardo pero si sigue así no va a haber imagen positiva de Alberto que alcance para frenarlo . Cuanto antes empiece a funcionar de nuevo la economía mejor para todos. Entonces,  el 12 la cuarentena debería terminar.
          De este modo se ha instalado la dicotomía salud versus economía, dejando de lado otros temas como menos importantes, como el esparcimiento...


          O la educación. Y de esto voy a escribir.


          Desde sus primeros discursos pandémicos el presidente ya nos advertía que no tenía mucho apuro por reiniciar las clases. Por la dinámica escolar es improbable que alumnos de primaria o de secundaria puedan mantener el metro de distancia, y si bien los chicos no se enferman tanto, sí contagian. Hasta ahí puedo acordar. El problema es cuando empiezan las convenientes medias verdades y las mentiras.

          La principal media verdad (mentira) es que los alumnos están haciendo tareas que los profes y maestros les mandamos desde nuestras casas por internet. O que miran programas educativos. Una especie de educación a distancia pero obligatoria. Porque la educación primaria y secundaria en Argentina, son obligatorias y son un derecho, en cambio, la educación a distancia suele ser voluntaria. Yo llamo a esto la tele-escuela. Como el viejo programa telescuela técnica, pero con una e más y un guioncito.






          Es una ficción bien armada la tele-escuela. Un televidente que lo escucha a Alberto o a Trotta imagina docentes dando clases por videoconferencia mandando tareas por mail o por distintas plataformas que los alumnos realizan con ayuda de las familias, todo en un corto tiempo, reemplazando a la escuela presencial.

          No. No es así. Y no le atribuyo (por ahora) a las autoridades la intención de engañar. Una pandemia como esta no es algo previsible, provoca ansiedad y desasosiego (esta nota de una colega habla de eso entre otras cosas), así que no les atribuyo mala intención en la construcción de la ficción de la escuela a distancia (tele-escuela) por Classroom, por Edmodo o por videoconferencia usando el Zoom. Había que suspender las clases (era necesario) y había que intentar esto. Esa es la media verdad. La mentira es que se puede seguir con esto sin apuro o que la escuela por internet reemplaza a la escuela habitual.

          Aunque parezca mentira para algunos, la escuela física (el edificio, los bancos, las sillas, los libros) y el contacto humano docente-alumno en situación de enseñanza-aprendizaje no pueden sustituirse con una aplicación, o con un cuadernillo en formato pdf.

          La escuela física no se puede reemplazar a la larga y la ficción de la escuela a distancia (tele-escuela) no se sostiene. Es más, falla desde el arranque.

           Hago ahora la larga lista de condiciones que no se cumplen para que la ficción pueda volverse realidad.

    • Por empezar, es dudoso que todos los teledocentes tengan internet, wi-fi y una computadora o celular apropiado para enviar las tareas. El país no es CABA.
    • También está la posibilidad de que los teledocentes no tengan la formación necesaria. No es tan fácil el manejo de las plataformas educativas, y no se puede imponer por la fuerza.
    • Otro punto es que el teledocente no quiera ser tele. En una pandemia como esta la escuela a distancia solo se puede llevar a cabo mediante acuerdos y sugerencias. Es decir, no puede ser compulsivo, no hay teledirectores, el reglamento escolar no se me puede aplicar en mi casa. Yo no me niego, pero entendería perfectamente a un compañero docente que lo hiciera, por las razones que fuera. El estatuto del docente no prevee la tele-escuela.
    • También está el tema pedagógico. No todas las materias o temas se prestan a esta modalidad por igual. En matemática para avanzar hay que explicar, en química o física hay que experimentar. En educación física hay que jugar al vóley, en teatro hay que actuar. Y se necesita que el tipito o tipita que da clase esté ahí. Y también el alumno o alumna...
    • Lo mismo se aplica para los telealumnos. Todos los planes de entrega de computadoras fueron cortados por el gato Macri, hay muchos chicos que no tienen compu... o que no tienen wi fi... o celular … o datos.
    • Y aunque tuvieran computadoras o celular, es posible que algunos no sepan usarlos.
    • Finalmente, al igual que en la escuela física, es posible que los alumnos no quieran hacer nada y jugar a los jueguitos, o que hagan solo las materias que les gusta, en el mejor de los casos.

           Dejo acá la lista. Con estas condiciones materiales y pedagógicas que no se cumplen ya la ficción de la tele-escuela japonesa no se cumple. Y no menciono, por obvias, las condiciones económicas y sociales como el hacinamiento (hay chicos que no tienen una mesa para estudiar), la pobreza, el hambre, las adicciones y la violencia familiar, entre otras. Estas últimas son condiciones no inherentes al tele-estudio sino comunes. Sin embargo, para paliar o enfentar estos problemas, lleva la ventaja la escuela física. En la escuela tradicional, con edificio, directora. maestras y todo eso, hay espacios para estudiar y las diferencias sociales y problemas familiares o de adicciones se notan menos (y si se notan la escuela tiene herramientas para actuar), la escuela es un lugar de refugio. En el ámbito familiar, en una cuarentena, no hay refugio posible, los problemas se notan más y no hay herramientas, al menos desde la escuela.

           La escuela física da a cada alumno un espacio, en muchos casos da de comer, y presta atención a la vulneración de los derechos de los chicos (y trata de restituirlos). Además educa. No es poca cosa.

           Por eso me asusta y me preocupa cuando los funcionarios (Trotta, Alberto, y otros) declaran tan sueltos de cuerpo que no hay tanto apuro por reiniciar las clases, total, estudiamos desde casa...
           Desde casa se exacerban las diferencias, puedo imaginar que la ficción de la tele-escuela está más cerca de cumplirse en una escuela bilingüe privada que en una escuela pública en un barrio precario (pido perdón por estigmatizar pero creo que se entiende).

           La tele-escuela está bien para zafar un par de semanas... Si la suspensión de clases se va a extender hasta mayo no es tan grave pero si se va a extender hasta septiembre el ciclo 2020 se perdió. No hay telescuela que lo salve. El tiempo que se pasa en la escuela (física) es fundamental.

           La salud es recontraimportante (la curva parece que va bien). La economía también (aunque hay garcas y pillos y no va tan bien).

           Pero en un país que quiera futuro la educación es igual de importante.

           Empecemos las clases lo antes posible. Así como se hizo un costo - beneficio entre salud y economía habría que hacer un costo – beneficio entre salud, economía y educación. Lo más obvio que se me ocurre ahora es que si los padres van a volver a trabajar los chicos no van a poder quedar solos, la escuela también tiene una función social. Y el coronavirus no se va a ir nunca, y no se pueden suspender las clases para siempre. Por supuesto que habrá que tomar las precauciones necesarias.

           De algo estoy seguro, perder el año no es una opción (o juntar 2020 con 2021 que vaya a saber uno qué quiere decir). La tele-escuela a la corta es un interesante recurso, a la larga es un verso, y exacerba las diferencias, en el mal sentido.

           Es todo.


PD2: La foto es de cuando Casero todavía era re-piola.
PD3: Alberto llamó tonto al surfer pero a Paolo Rocca no... sí, no tiene nada que ver, ya me voy...