jueves, 2 de abril de 2020

La tele-escuela


          El embole continúa, y poco a poco vamos atravesando el aislamiento preventivo obligatorio (cuarentena para los amigos) que si no pasa algo muy grave terminaría el 12 de abril.
          En realidad el embole no podría seguir mucho más sin romper gravemente la economía. Ya las empresas garcas de siempre (Techint, pero seguro hay otras) amenazan con suspender o despedir y comerciantes pillos (en general supermercados monopólicos, pero algunos chiquitos también) comienzan a aumentar los precios, total la gente tiene que comer y comprar cerca de casa...
          Por ahora no se arma bardo pero si sigue así no va a haber imagen positiva de Alberto que alcance para frenarlo . Cuanto antes empiece a funcionar de nuevo la economía mejor para todos. Entonces,  el 12 la cuarentena debería terminar.
          De este modo se ha instalado la dicotomía salud versus economía, dejando de lado otros temas como menos importantes, como el esparcimiento...


          O la educación. Y de esto voy a escribir.


          Desde sus primeros discursos pandémicos el presidente ya nos advertía que no tenía mucho apuro por reiniciar las clases. Por la dinámica escolar es improbable que alumnos de primaria o de secundaria puedan mantener el metro de distancia, y si bien los chicos no se enferman tanto, sí contagian. Hasta ahí puedo acordar. El problema es cuando empiezan las convenientes medias verdades y las mentiras.

          La principal media verdad (mentira) es que los alumnos están haciendo tareas que los profes y maestros les mandamos desde nuestras casas por internet. O que miran programas educativos. Una especie de educación a distancia pero obligatoria. Porque la educación primaria y secundaria en Argentina, son obligatorias y son un derecho, en cambio, la educación a distancia suele ser voluntaria. Yo llamo a esto la tele-escuela. Como el viejo programa telescuela técnica, pero con una e más y un guioncito.






          Es una ficción bien armada la tele-escuela. Un televidente que lo escucha a Alberto o a Trotta imagina docentes dando clases por videoconferencia mandando tareas por mail o por distintas plataformas que los alumnos realizan con ayuda de las familias, todo en un corto tiempo, reemplazando a la escuela presencial.

          No. No es así. Y no le atribuyo (por ahora) a las autoridades la intención de engañar. Una pandemia como esta no es algo previsible, provoca ansiedad y desasosiego (esta nota de una colega habla de eso entre otras cosas), así que no les atribuyo mala intención en la construcción de la ficción de la escuela a distancia (tele-escuela) por Classroom, por Edmodo o por videoconferencia usando el Zoom. Había que suspender las clases (era necesario) y había que intentar esto. Esa es la media verdad. La mentira es que se puede seguir con esto sin apuro o que la escuela por internet reemplaza a la escuela habitual.

          Aunque parezca mentira para algunos, la escuela física (el edificio, los bancos, las sillas, los libros) y el contacto humano docente-alumno en situación de enseñanza-aprendizaje no pueden sustituirse con una aplicación, o con un cuadernillo en formato pdf.

          La escuela física no se puede reemplazar a la larga y la ficción de la escuela a distancia (tele-escuela) no se sostiene. Es más, falla desde el arranque.

           Hago ahora la larga lista de condiciones que no se cumplen para que la ficción pueda volverse realidad.

    • Por empezar, es dudoso que todos los teledocentes tengan internet, wi-fi y una computadora o celular apropiado para enviar las tareas. El país no es CABA.
    • También está la posibilidad de que los teledocentes no tengan la formación necesaria. No es tan fácil el manejo de las plataformas educativas, y no se puede imponer por la fuerza.
    • Otro punto es que el teledocente no quiera ser tele. En una pandemia como esta la escuela a distancia solo se puede llevar a cabo mediante acuerdos y sugerencias. Es decir, no puede ser compulsivo, no hay teledirectores, el reglamento escolar no se me puede aplicar en mi casa. Yo no me niego, pero entendería perfectamente a un compañero docente que lo hiciera, por las razones que fuera. El estatuto del docente no prevee la tele-escuela.
    • También está el tema pedagógico. No todas las materias o temas se prestan a esta modalidad por igual. En matemática para avanzar hay que explicar, en química o física hay que experimentar. En educación física hay que jugar al vóley, en teatro hay que actuar. Y se necesita que el tipito o tipita que da clase esté ahí. Y también el alumno o alumna...
    • Lo mismo se aplica para los telealumnos. Todos los planes de entrega de computadoras fueron cortados por el gato Macri, hay muchos chicos que no tienen compu... o que no tienen wi fi... o celular … o datos.
    • Y aunque tuvieran computadoras o celular, es posible que algunos no sepan usarlos.
    • Finalmente, al igual que en la escuela física, es posible que los alumnos no quieran hacer nada y jugar a los jueguitos, o que hagan solo las materias que les gusta, en el mejor de los casos.

           Dejo acá la lista. Con estas condiciones materiales y pedagógicas que no se cumplen ya la ficción de la tele-escuela japonesa no se cumple. Y no menciono, por obvias, las condiciones económicas y sociales como el hacinamiento (hay chicos que no tienen una mesa para estudiar), la pobreza, el hambre, las adicciones y la violencia familiar, entre otras. Estas últimas son condiciones no inherentes al tele-estudio sino comunes. Sin embargo, para paliar o enfentar estos problemas, lleva la ventaja la escuela física. En la escuela tradicional, con edificio, directora. maestras y todo eso, hay espacios para estudiar y las diferencias sociales y problemas familiares o de adicciones se notan menos (y si se notan la escuela tiene herramientas para actuar), la escuela es un lugar de refugio. En el ámbito familiar, en una cuarentena, no hay refugio posible, los problemas se notan más y no hay herramientas, al menos desde la escuela.

           La escuela física da a cada alumno un espacio, en muchos casos da de comer, y presta atención a la vulneración de los derechos de los chicos (y trata de restituirlos). Además educa. No es poca cosa.

           Por eso me asusta y me preocupa cuando los funcionarios (Trotta, Alberto, y otros) declaran tan sueltos de cuerpo que no hay tanto apuro por reiniciar las clases, total, estudiamos desde casa...
           Desde casa se exacerban las diferencias, puedo imaginar que la ficción de la tele-escuela está más cerca de cumplirse en una escuela bilingüe privada que en una escuela pública en un barrio precario (pido perdón por estigmatizar pero creo que se entiende).

           La tele-escuela está bien para zafar un par de semanas... Si la suspensión de clases se va a extender hasta mayo no es tan grave pero si se va a extender hasta septiembre el ciclo 2020 se perdió. No hay telescuela que lo salve. El tiempo que se pasa en la escuela (física) es fundamental.

           La salud es recontraimportante (la curva parece que va bien). La economía también (aunque hay garcas y pillos y no va tan bien).

           Pero en un país que quiera futuro la educación es igual de importante.

           Empecemos las clases lo antes posible. Así como se hizo un costo - beneficio entre salud y economía habría que hacer un costo – beneficio entre salud, economía y educación. Lo más obvio que se me ocurre ahora es que si los padres van a volver a trabajar los chicos no van a poder quedar solos, la escuela también tiene una función social. Y el coronavirus no se va a ir nunca, y no se pueden suspender las clases para siempre. Por supuesto que habrá que tomar las precauciones necesarias.

           De algo estoy seguro, perder el año no es una opción (o juntar 2020 con 2021 que vaya a saber uno qué quiere decir). La tele-escuela a la corta es un interesante recurso, a la larga es un verso, y exacerba las diferencias, en el mal sentido.

           Es todo.


PD2: La foto es de cuando Casero todavía era re-piola.
PD3: Alberto llamó tonto al surfer pero a Paolo Rocca no... sí, no tiene nada que ver, ya me voy...


No hay comentarios.:

Publicar un comentario