viernes, 21 de octubre de 2016

Burros y jodidos.



El ministro de Educación de la Provincia de Buenos Aires, Alejandro Finocchiaro (que manda a sus hijos a escuelas privadas), manifestó en una reciente entrevista que el sueldo promedio de los docentes en esa provincia es de 17.000 pesos.
Este dato, según el ministro es para los docentes que tienen dos cargos, para los docentes con un solo cargo el sueldo promedio es 9.000 pesos.
El INDEC, por otra parte, nos informa en su medición de indigencia y pobreza del segundo trimestre de 2016 que el promedio de ingreso de un hogar pobre es 8.051 pesos y la canasta básica (promedio) de un hogar pobre es 12.851 pesos.
La primera reflexión, obvia, es que docente que no tiene doble cargo no llega a fin de mes ni aún con una canasta básica de hogar pobre. Así, si el docente gana 9.000 pesos y gasta como pobre el sueldo le durará veinticinco días, con fortuna...
El docente rico de los 17.000 pesos tiene más suerte (?). Llega a fin de mes gastando como pobre, por ahí le queda un puchito (si pretende vivir como clase media no le queda nada), pero trabaja mañana y tarde con chicos o adolescentes. Tiene escaso tiempo para su familia, para capacitarse, o para su desarrollo personal. Si es el único sueldo en el hogar, probablemente no tiene auto ni se va de vacaciones. Se suma a esto el desgaste que supone trabajar con chicos o adolescentes, muchas veces en contextos sociales de pobreza, violencia o exclusión. El doble cargo cuesta vida. La inmensa cantidad de docentes en tareas pasivas es prueba de ello.

Se supone que los docentes tienen (tenemos) vocación. Pido disculpas por esto que voy a escribir, pero la vocación (que está bien tenerla) es en muchos casos (para las autoridades y para ciertos sectores de la sociedad) la justificación de estos números de pobreza para los docentes. Con la excusa de que los docentes tienen vocación y hacen lo que les gusta (si así fuera no se por qué eso estaría mal) nos pagan migajas.
Estoy en contra de la vocación como recompensa simbólica. No le pago al verdulero con vocación. Un diálogo gracioso sería: “ Don José, ayer me quedé hasta la madrugada en mi casa preparando clases, haciendo afiches y otras tareas que nadie me paga ni me va a pagar, por lo tanto, usted debe obsequiarme con cinco kilos de papas y dos de zapallitos…”. Don José contestaría algo así como: “No se queje, usted tiene vocación y hace lo que le gusta, son 80 pesos o llamo a la policía”.
A eso me refiero cuando digo que estoy en contra de la vocación, y en consecuencia, a favor de la profesionalización. Cuando uno trabaja gratis habitualmente no está siendo profesional. La docencia es profesional cuando se toma como una profesión. Ser docente es un trabajo, no un sacerdocio. Obviamente para que la docencia avance en ser más profesional los docentes deberán capacitarse, pero esto se lleva muy mal con el doble cargo, por ejemplo.
Las autoridades suelen ser reacias a brindar capacitaciones en servicio, como lo son a cualquier acción que implique desembolsar dinero o que la escuela deje de cumplir su función de depósito de chicos aunque sea por un día (los 180 días de clase, o no-clase, no importa mientras sean 180 días). También suelen derivar el problema a gestiones pasadas o cuestiones de infraestructura.  
Las autoridades actuales son más proclives a realizar evaluaciones tendenciosas con fines estadísticos… como si quisieran responsabilizar a los docentes del bajo nivel educativo actual. Preguntan a chicos anónimamente si los docentes los tratan bien o si les explican… o si perciben planes sociales...

En el caso de la Provincia de  Buenos Aires hay otras explicaciones. Las obvias, como son la pobreza (la de Alemania del 5 % o la actual del 30%, que parecen que fueran la misma), la droga, la violencia… y otras no tan visibles: el sistema educativo cambió tres veces en quince años, los docentes que se reciben hoy son producto de la EGB (para decirlo elegantemente, hay faltas de ortografía en el pizarrón), sumado al problema de la escasez de docentes. No hace falta ser un genio para inferir que con las condiciones en las que trabajan los docentes hoy, no hay muchas personas que quieran ser docentes. Y con la desocupación que hay, empiezan a aparecer profesionales no formados en la docencia al frente de alumnos (el clásico contador que da matemática o el abogado que da historia). En Finlandia eso no pasa. Porque son profesionales, más allá de la vocación que tengan. A los docentes se les exige porque se los forma bien, y se les paga bien.
            La solución (o un principio de solución) es obvia: hay que capacitar y pagarles mejor a los tipitos que dan clase. De qué sirven las netbooks si el profesor no sabe usarlas. De qué sirve que las escuelas tengan cajas y cajas de libros si no hay docentes que estén en condiciones de usarlos (o en escuelas que no tienen biblioteca, o bibliotecario). Sirven sí, como negociados, por supuesto.
            Hay que pagarle mejor a los docentes. Hay que capacitarlos. Y en consecuencia…

            Con un solo cargo tiene que alcanzar. No más cargo doble (o triple, que también hay)…

            Finalmente, propongo la creación de un índice, el IDD (índice de desprecio al docente). Se calcularía dividiendo el sueldo promedio de los docentes (con doble cargo si quieren, parece que está bien y es saludable estar ocho horas cinco días a la semana con chicos) por el sueldo promedio de otra profesión. Yo elijo a los camioneros. No tengo nada contra los camioneros, justamente los elijo porque son trabajadores profesionales, que quizás pasen el mismo tiempo que un docente frente al aula manejando un camión.
            Trabajan, son sacrificados, pero requieren menos estudios que un docente. Y lo fundamental, un país que jerarquice la educación no debería consentir que sus docentes cobren menos que sus camioneros. O que los porteros de un edificio.
            Según Infobae, el sueldo promedio de los camioneros era en mayo 23.000 pesos (ahora es más pero tomemos mayo). De este modo, el IDD sería 0.74. Un docente en promedio gana el 74 % de lo que gana un camionero. En CABA y en algunas otras provincias quizás el IDD sea más alto, pero no es el punto. El punto es que materialmente, se valora más la tarea de un camionero o un portero de edificio que la tarea de un docente. Recordemos el IDD en época de elecciones (nacionales o gremiales).

            Es triste, y no parece que esto vaya a cambiar…
           

“Bueno, Don José, le pago las papas y los zapallitos, pero ¿Qué hago con mi vocación?”
            Me parece que le di pena porque me regaló el perejil.

            Es todo.