domingo, 6 de agosto de 2017

La número diez (sin educación)


      Es casi increible, pero esta es ya la nota número diez, así que será de fútbol. No voy a entrar en la polémica estéril acerca de si es la diez de Messi o la de Maradona, pero es la diez. Porque el fútbol está lleno de polémicas estériles y las cuestiones de verdad importantes no se debaten.
      Así, uno de los puntos no debatidos es el de la justicia en el fútbol. Periodistas (o lo que sean) que gritan y casi se van a las manos discutiendo sobre si está bien que Centurión se vaya de joda se callan bien la boca sobre las deudas de los clubes, la violencia o partidos bochornosos, como el de Riestra y Comunicaciones por el ascenso a la B Nacional (este es el último, hay muchos, Ríver-Belgrano es otro).
      De este modo, pese a cualquier reglamento, los clubes se endeudan y ascienden (Chacarita y Argentinos Jrs.) mientras que los que no se endeudan a veces descienden (Atlético Paraná por ejemplo). Del mismo modo, la violencia instalada dentro de las propias hinchadas hace que cada vez sea más difícil pensar en la vuelta del público visitante. “Es que las barras son la mano de obra de los políticos y están ligadas a los narcos” dicen los periodistas gritones... y sí, está bien, pero ninguno hace explícitas estas relaciones con nombre y apellido, ni mucho menos hacen alguna denuncia. Denuncian mucho pero en general, no dan muchos datos, prefieren debatir fervorosamente por Icardi o por el casamiento de Messi.
      Y finalmente, la viveza criolla, la picardía, la trampa que en Argentina pasa por estilo de juego. Un par de giles interrumpen un partido a cinco minutos de que su equipo ascienda y la AFA, en lugar de darles el partido por perdido, lo continúa en dos tiempos de dos y tres minutos. A Comunicaciones le robaron el ascenso por más quita de puntos que haya tenido Riestra. Es que los reglamentos son para los tontos y para darle al fútbol una ilusoria imagen de justicia. Los vivos también cambian el tamaño de las áreas, no alcanzan las pelotas cuando van ganando, le dan agua con laxante a los rivales o lisa y llanamente pinchan a sus rivales con alfileres. Todo esto sin contar la mano de dios, que es trampa pero al menos forma parte del juego.
       Es parte del estilo de juego argentino ser tramposo y no cumplir los reglamentos y en general nos enorgullecemos de eso...
       En fútbol el estilo y el orgullo se acaba cuando te agarra Alemania. Ahí hay que jugar mejor, y si no... fuiste alpiste perdiste, no hay alfiler, ni bidón, ni alcanzapelotas que te salve.

       De última, es fútbol, y si uno no cree en la justicia del fútbol puede dejar de ver los partidos o ver básquet. Lo preocupante es cuando la viveza criolla se extiende a otras áreas, la política, por ejemplo.
      La justicia ya no es la de la AFA, es la justicia electoral. Entonces, está bien que los partidos grandes se repartan los votos de los chiquitos que no llevan fiscales. O truchar un telegrama. O afanarse las boletas. O prenderle fuego o robarse las urnas. Yo en casi 35 años de democacia no recuerdo que la justicia electoral haya resuelto en un caso de estos algo que no sea dejar las cosas como estaban. Así que la trampa vale y los partidos chiquitos sería mejor que busquen fiscales para que los caguen lo menos posible.
       A esto se suman las trampas de la política en sí durante las campañas. Un elemento común en los dos principales partidos de las próximas elecciones es el misticismo. El oficialismo no declara qué va a hacer con la economía o la pobreza. Sólo vemos a Carrió abrazando gente o a Vidal pidiendo paciencia que el cambio ya va a llegar. No proponen nada, solo que confiemos porque ellas son honestas. Mientras tanto el aumento del transporte (y de todo) aguarda pacientemente al mes de noviembre... o mejor enero, no sea cosa que se arme bardo en diciembre...
      Del otro lado, Cristina se rodea de aplaudidores, critica duramente a Macri (gato), dice que esto no puede seguir así y que así no vamos bien... pero tampoco propone nada, y mucho menos hace autocrítica de su gestión. Ni siquiera da entrevistas y no permite preguntas de periodistas no-amigos.
      Todo esto en medio de múltiples acusaciones cruzadas en los medios cómplices donde unos y otros sólo dan nombres y la justicia no investiga nada...
       Odebretch, dice uno. Skanska, le contestan. Correo Argentino, retrucan. Los bolsos de López, responden. Boudou, Micchetti, Aníbal, Cabrera, Jaime, Arribas... son figuritas que se cambian y nunca realmente se sabe nada. Presos están Jaime, López, y del pasado, que yo recuerde, unos días Menem, Maria Julia y no se si hay más (agrego a Potocar si quieren).
       Ninguno contesta nada, solo cambian nombre por nombre y están muy de acuerdo en que hay que esperar a la justicia. A la justicia de ellos, garca y lenta que nunca condena a nadie. A la justicia de Oyarbide u otros parecidos.
       Y lentamente, todo se empioja y todos nos vamos metiendo en esa discusión...



      Así como nos quieren hacer creer que las PASO son muy importantes (ver artículo anterior), también nos quieren hacer creer que hay dos opciones, cuando hay muchas más. Massa, Lousteau, el FIT, Zamora, los partidos vecinales, los que dan miedo y muchos más (mezclo a propósito). No es bueno aplicar el principio del menos malo en una elección legislativa. Creo más en un congreso con diversidad de voces que en un congreso con dos voces que además muchas veces arreglan para cagar a los giles (nosotros, los ciudadanos, el pueblo, la comunidad, la gente, o como quieran llamarnos).
      Por supuesto, para votar a un tercero hace falta informarse, discutir, complicarse la vida. Nada más fácil que votar a la abrazaviejas o a la que solo dice que no vamos bien y pide por un pasado en el que tampoco íbamos bien (cero autocrítica Cris).
       Para dar un ejemplo, para decidir si debo o no votar a Claudio Lozano, tengo que tomarme la molestia de leer la plataforma del partido de Lozano y ver si comparto eso o no. Lo mismo para Massa.

       Es costoso pensar. Es más fácil no pensar y que otros piensen por uno. Igual, muy pensado o poco pensado, cada voto vale uno.
       Y uno en 35 millones no es casi nada. Pero es una de las pocas veces en que nos preguntan algo.

       Así que ló único que propongo es pensar. En todo caso, nunca nos fue bien votando místicamente (vaya Menem como prueba),es mejor pensar.

       Es más, habría que crear una agrupación cuyo eslogan fuera: Perón, Evita, Irigoyen y Alfonsín están muertos y no van a volver. En estas elecciones piense. Partido racional.
       No sería un partido político, sólo una agrupación que propugne el voto racional, en el que tengan más peso en la decisión las propuestas que el hecho de que el candidato use patillas o abrace a una anciana... 

       Volviendo al fútbol, quizás para pensar más objetivamente en nuestras condiciones reales de existencia sería mejor que Argentina quede afuera del mundial...

       No, es joda. Se hizo largo y ya voy descarrilando.
       Es todo.

      PD: se habló de fútbol y política, por lo tanto... ¡GARROTE! ¡GARROTE!

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