El conflicto docente se hace largo y
desgastador. Sindicatos sin otra imaginación que hacer paro cada dos días, en
muchos casos con historial de traiciones a las bases (como SUTEBA) intentan sin
éxito negociar paritarias, salarios, condiciones
de trabajo, o algo (cualquier cosa) con el gobierno más garca desde que volvió
la democracia.
Ya nos dimos cuenta que a los garcas
no les importa mucho la educación. Es más, para que a los docentes les quede
bien claro, ya repartieron algunos palazos y gases…
Mientras tanto, maestros y
profesores en las escuelas, como pueden, apaleados, descontados, ninguneados, empobrecidos,
y próximamente hambreados, intentan dar clase. Y las salas de maestros se
transforman en el lugar de la catarsis, pero también del debate.
Quien esto escribe (profesor taxi
promedio) participa de cinco de estas tertulias. Los temas son los mismos, los
enfoques y opiniones a veces difieren. No todos los docentes piensan (pensamos)
igual.
Las inasistencias, la capacitación,
el paro, los sindicatos, la economía, la situación social, los precios, son los
temas más actuales. A estos se agregan los temas crónicos de la educación y de
la vida escolar, los alumnos, los directivos, la violencia en la escuela, el edificio
que se cae a pedazos (entre muchos otros), todo esto desarrollado en los diez
minutos de recreo por docentes que además, a veces, usan ese tiempo para
corregir evaluaciones o comprar ropa o bijouterie (los más ricachones).
Seamos sinceros. De semejante
collage no puede salir una posición política unificada ni coherente. Apenas
algunos acuerdos mínimos. Por lo demás, todos somos docentes y todas las
posiciones se respetan.
Hay docentes que mucho de política
no les gusta hablar, los hay también conservadores, kirchneristas, peronistas, de izquierda,
anarquistas, y hasta macristas. Y todas las opiniones, más allá de ser o no
compartidas, son respetables.
Pero hay una que me asusta y
atraviesa a todas las posturas políticas. Es la opinión de que quien elige la
docencia sabe que va a estar mal pago, y que eso es parte de la elección.
“Pero vos sabías que no ibas a
ganar mucho” me dicen habitualmente...
Parece ser que los docentes tienen
algo llamado vocación, por lo tanto hacen lo que les gusta… y por lo tanto está
bien que les paguen poco, después de todo trabajan a gusto.
Y con este razonamiento conformista
y pedorro, Vidal, Scioli, Larreta y todos, los de antes y los de ahora, desde
Sarmiento (otro garca) en adelante, ya ganaron la primera batalla, la que se
libra dentro de nuestras cabezas, la batalla ideológica.
Nos han convencido que es natural
que un docente gane poco, porque siempre en la docencia se ganó poco, ya que la
docencia es vocacional… ya desde los profesorados nos meten esto en la cabeza.
Así se justifica la diferencia entre el veinte por ciento
que nos van a dar y el treinta y cinco que deberían dar para que nuestro
salario sea igual de miserable que el año pasado. Ese quince por ciento, que ya
no volverá, se pierde no solo por la inoperancia de los sindicatos, también lo
hemos perdido en nuestras cabezas. No hay nada que impida que el año que viene
estos garcas nos roben un quince por ciento más.
¿Cómo responder al razonamiento
pedorro? Es difícil, por empezar habría que quitarle al concepto de vocación
ese tufillo religioso o trascendental al que muchas veces se asocia. En mi
caso, como buen ateo, la tengo más fácil, no acepto definir vocación como el
llamado de nada, no hay dios, no hay alma, en el mejor de los casos puedo
aceptar igualar la vocación al gusto por hacer algo, no mucho más.
Una vez que se corrieron los curas,
si la vocación es solo el gusto por hacer algo (y no un llamado o un
sacerdocio), no hay ninguna razón para que el salario docente disminuya por el
llamado de la vocación. Es más, tampoco los sueldos deberían ser bajos aún con
el concepto tradicional de vocación. Pero sin la vocación en el medio es más
claro.
Porque cuando dejamos de ser
vocacionales, lo que queda es un trabajador. Un trabajador profesional dedicado
a la docencia.
Escribo una vez más que la educación
y las condiciones en las que trabajamos los docentes van a mejorar cuando
dejemos de ser seres vocacionales que han oído el llamado en lo profundo de su
alma y pasemos a ser profesionales docentes que transmiten eficazmente saberes
significativos a través de las generaciones, y por lo tanto, un tipo de trabajador
más. Que tiene que tener un salario acorde a su formación.
El gusto por lo que se hace es
importante, pero más lo es ser un profesional bien formado. Es más, concibo la posibilidad
de que algún docente, buen profesional, pueda no sentir tanto gusto. Y también
habría que pagarle, y pagarle bien… porque la docencia es una profesión, y
merecemos ganar lo que nos corresponde, por ser profesionales y trabajadores.
Como los camioneros, los bancarios, los trabajadores de los peajes o los
porteros de edificios, que en muchos casos estudiaron bastante menos que un
docente.
Basta de razonamientos falaces
(pedorros) como el de la hiena Vidal:
“Los maestros si quieren más
dinero, que trabajen de otra cosa”
Hay docentes que piensan así. Y así,
ya nos ganaron la batalla ideológica, adentro de nuestras cabezas.
Es todo.
PD: le dedico esto a todos los
colegas de las distintas salas de maestros, que en algunos casos estimo mucho,
pero que piensan más o menos así…
PD2: Macri (gato) y quiero una remera
de esas…
Te lo copio, pensamos parecido pero con una diferencia lo de gato es de una corriente poli
ResponderBorrartica que no comparto
El gato o la yegua, da lo mismo... a los dos les importa bien poco la educación...
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